¿Te has preguntado por qué aunque has planeado iniciar a ahorrar e invertir un sin fin de veces aún sigues sin hacerlo? ¿O qué es eso que te impide cumplir el propósito de organizar tus finanzas y comenzar a sacarle rentabilidad a tus ahorros? Pues la economía conductual o economía del comportamiento nos ayuda con esas respuestas, ya que se encarga de estudiar cómo los factores psicológicos, sociales o cognitivos  impactan las decisiones económicas que tomamos.

Daniel Kahneman, psicólogo experto en economía conductual, explica el funcionamiento del cerebro a través de dos sistemas. El sistema automático y el sistema racional.  El sistema automático es rápido, instintivo y emocional; acciones como respirar, caminar o montar bicicleta son algunos ejemplos del uso que hacemos de este. Mientras que el sistema racional es lento, lógico y reflexivo, así que requiere que pensemos más, por ello es un proceso que toma un poco más de tiempo, como cuando escribimos, resolvemos un problema matemático o planeamos nuestras próximas vacaciones.  

Como nuestro cerebro tiene la necesidad de automatizar nuestras acciones, se da lo que en economía del comportamiento llamamos sesgos conductuales. Los sesgos conductuales son atajos mentales que ayudan a simplificar el proceso de toma decisiones, son muy útiles a la hora de actuar rápido, pero te alejan del pensamiento racional, tan relevante a la hora de tomar decisiones financieras.  

Identificar los sesgos conductuales con los que cargamos y entender por qué nos comportamos de un modo u otro, nos da la oportunidad de analizar qué es lo que nos impide cumplir nuestros objetivos financieros, como ahorrar e invertir, pero también nos puede dar las herramientas para eliminarlos y comenzar a tomar decisiones racionales con respecto a nuestras finanzas, incluso cuando estemos dominados por nuestro sistema automático. 

Antes de explicarte algunos sesgos conductuales que existen, te invitamos a leer nuestro blog ¿por qué nos cuesta tanto ahorrar e invertir? Ahora sí, prosigamos:


Impedimentos para el ahorro y la inversión

Sesgo del presente:  Es la tendencia a darle más importancia al presente a la hora de tomar decisiones.  Este sesgo hace que prefiramos la gratificación inmediata frente al beneficio futuro. Como el ahorro y la inversión no generan un beneficio tangible en el presente, preferimos destinar nuestro dinero a cosas que nos brinden satisfacción hoy, dejando el ahorro y la inversión para después. 

Sesgo de procrastinación:  Es la tendencia a querer dejar para después lo que parece difícil, complicado o aburrido.  Este sesgo nos hace pensar que después será mucho más fácil hacerlo, pero esto es sólo una ilusión. Por este sesgo decimos cosas como “el próximo mes empiezo a ahorrar” pensando que después todo será diferente, pero no es así. En el caso de la inversión, por ejemplo, generalmente debemos investigar, hacer un análisis detallado, revisar contratos y hacer ciertos trámites que pueden generar resistencia haciendo que prefiramos posponerlo.   

Sesgo del optimista:  Es la tendencia a tener una visión demasiado positiva del futuro. Este sesgo nos hace pensar que nunca tendremos un imprevisto, una crisis o una dificultad económica y por lo tanto, no vemos el ahorro como necesario. Es una de las razones por las que las personas no tienen un fondo de emergencia, no ahorran para la jubilación, no compran seguros y asumen riesgos demasiado elevados en sus inversiones. 

Aversión a las pérdidas:   Es la tendencia a evitar perder. Este sesgo se da ya que el sufrimiento o dolor asociado a una pérdida es más intenso que la satisfacción que genera una ganancia equivalente. En otras palabras, es más intenso el dolor que sentimos al perder 50 dólares que la satisfacción que tenemos al ganar los mismos 50 dólares. Cuando estamos sesgados por la aversión a las pérdidas tenemos miedo de invertir nuestro dinero, ya que existe el riesgo de perderlo y preferimos no hacerlo, dejando de lado grandes oportunidades de lograr que nuestro patrimonio crezca. 

Sesgo del statu-quoEs la tendencia a no hacer nada, a no querer cambiar o mejorar algo que no está funcionando bien o que puede funcionar mejor, con el objetivo de evitar los riesgos que conlleva el cambio. Según Kahneman, este sesgo es el efecto del sesgo de aversión a las pérdidas, que explica que las personas prefieren no hacer nada ante la posibilidad de perder. 

También se da como consecuencia del sesgo de procrastinación ya que cuando procrastinamos, no hacemos nada. Por este sesgo es que dejamos la opción predeterminada del timbre del celular, preferimos dejar la opción por defecto, que hacer algo para cambiarlo.

En cuanto a nuestras finanzas, este sesgo es el que nos mantiene en el mal hábito de no ahorrar e invertir.  

Estrategias para eliminar los impedimentos del ahorro y la inversión

Como los anteriores, existen muchos otros sesgos que influyen en cómo nos comportamos en el día a día con nuestras finanzas. La buena noticia es que, aunque estos sesgos son automáticos y se dan de manera inconsciente, hay estrategias que puedes implementar para contrarrestarlos. Recuerda que también eres un ser racional y puedes crear un plan con herramientas que te permitan “hackear” tu cerebro a la hora de tomar decisiones financieras. 

Una de estas herramientas es el presupuesto y el flujo de caja. El presupuesto no está diseñado para limitarte, todo lo contrario. Cuando eres consciente de tu presupuesto, te proyectas en el tiempo y sabes priorizar, puedes gastar en lo que más disfrutas y te genera satisfacción inmediata.

Planear el gasto te permite gastar inteligentemente, con responsabilidad y sin remordimientos. Además de gastos, incluye también un monto mensual destinado al ahorro y asegúrate de hacer este ahorro todos los meses antes de empezar a gastar.  Ahí está la clave, hacer el ahorro al inicio del mes, antes de gastar.  Así tienes cubierto, tanto el gasto que te genera gratificación inmediata, como el ahorro para el futuro, contrarrestando así el sesgo del presente. 

Si además de incluir gastos y ahorros tienes en cuenta todos los imprevistos del último año, serás consciente de la posibilidad de nuevos imprevistos en el futuro. Esto incrementará tu conciencia con respecto al ahorro así como la probabilidad de adquirirlo como hábito y contrarrestar el sesgo del optimista. 

Una vez tengas listo tu presupuesto, incluyendo gastos, imprevistos y ahorros, puedes programar una transferencia automática mensual hacia un fondo de inversión, esto puede ser de gran utilidad para evitar la procrastinación, pues sólo se requiere de un pequeño esfuerzo una vez. Al delegar la responsabilidad al banco y automatizarlo, la procrastinación desaparece. Esta última estrategia no sólo contrarresta este sesgo, sino que te permite usar el sesgo del statu-quo a tu favor. Una vez programas el ahorro, este se convierte en una opción predeterminada y tu cerebro va a preferir no hacer nada para cambiarlo. 

Otra estrategia muy conocida en el ámbito de las finanzas conductuales es el programa creado por Shlomo Benartzi y Richard Thaler, expertos en finanzas conductuales, llamado Save More Tomorrow (Ahorra más mañana) que se basa en la siguiente premisa: “si te cuesta demasiado ahorrar hoy, espera a que te suban el salario”.  Esto contrarresta el sesgo de aversión a la perdida y el sesgo del presente, pues cuando se tienen dichos sesgos el ahorro se percibe como un sacrificio o una pérdida, ya que tienes que dejar de disponer de un dinero que tienes hoy para ahorrarlo o invertirlo en algo que dará frutos en el futuro y que es incierto. Pero si empiezas a ahorrar cuando te incrementen el salario no se sentirá como una pérdida, pues tu nivel de gasto no se ve afectado, al contrario, puedes incrementar tanto el gasto como el ahorro. 

La educación financiera, aunque tiene menor peso a la hora de tomar decisiones, cobra gran importancia al desarrollar un plan de ahorro e inversión, pues es el momento en el que somos racionales y tenemos la capacidad de diseñar planes de acuerdo a nuestros objetivos, pero la clave está en la manera como llevamos estos planes a la acción. 

En conclusión, para comportarnos de acuerdo a nuestros propósitos, necesitamos desarrollar inteligencia emocional, así como aprender a identificar cuáles son los sesgos conductuales que más nos limitan al actuar, e implementar estrategias que nos ayuden a contrarrestarlos. 

¿Quieres aprender aún más a organizar y mejorar tus finanzas personales? Creamos este contenido para ti: